Lyon

Camino recorrido – Medalla IFLA

agosto 29th, 2014

El objetivo de este reporte es describir la experiencia de participar en la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecas e Instituciones a lo largo de 27 años, IFLA y la recepción de la medalla de dicha organización.

 Descubrimiento de IFLA.  Esto comenzó una mañana cuando era estudiante,  a la hora de tomar el té en la sala común del Departamento de Estudios de la Información, de la Universidad de Sheffield, donde me enteré a través del tablero de anuncios, que había un congreso internacional.  Me gustó el enfoque mundial, he hice gestiones ante la Universidad, para ver si me apoyaban para participar en el evento.  Con un poco de trámites me dieron fondos para la inscripción y los viáticos.  Cuando llegó el verano, con todo y familia, mi hijo mayor, él único en esa época, su mamá y mi hermano menor que estaba de visita por seis meses, me fui a Brighton, un destino turístico del sur de Inglaterra.  Así, con un poco de serendipia, llegué al congreso de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios e Instituciones, cuando corría el año de 1987.  Sin saber que estaban, me encontré con mexicanos.  Asistí a las reuniones que eran de mi interés, además de las de la Sección de América Latina y El Caribe, para encontrarme con hispanoparlantes, lo cual me permitió enterarme que habría un tour de bibliotecas por Alemania Occidental, aún había dos entes germánicos en esa época.  El viaje post-congreso era financiado por el gobierno alemán y había la coincidencia de que mi colega Rosa María Fernández de Zamora, a quien considero una mentora en la profesión en México, no podría participar y me propuso gentilmente que fuera en su lugar.  Esa invitación era factible aprovecharla por estar viviendo en la Gran Bretaña.  Sin duda alguna realicé el viaje, que incluyó un recorrido inolvidable por Hannover, Múnich, Colonia, Wolfënbuttel, y Frankfurt, entre otras poblaciones alemanas menores.  Fui el único mexicano en un grupo de 20 latinoamericanos, donde me convertí en el traductor de inglés.

 Photo by Guillaume GastEstableciendo enlaces.  Al año siguiente, 1988, no pude ir a IFLA, porque regresé a México después de cuatro años de estudios doctorales en la latitud inglesa, pero a finales de ese año, mi tutor de tesis doctoral y decano del departamento donde estudié, Tom Wilson, me propuso que presentara una ponencia basada en mi investigación.  Por las mismas fechas fui al congreso mexicano, Jornadas Mexicanas de Bibliotecarios, en Saltillo, donde conocí a la representante de Swets, con quien conversé que tenía planes de ir a presentar un trabajo a IFLA en Paris del año siguiente, y con sorpresa me ofreció que su compañía podía financiarme el viaje.  Mayor suerte no podía tener, y al verano siguiente viajé a Francia, donde hice gestiones ante funcionarios de IFLA, para ver que podía hacer y asistir al congreso, cuando no tenía los recursos para sufragar los gastos.  La alternativa fue integrarme como voluntario al equipo de intérpretes de español-inglés, en esa época eran dos personas solamente.  El responsable de las cuestiones profesionales de IFLA, el señor Guust van Wesemael, un holandés solidario con los países emergentes, me aceptó inmediatamente, así que a partir de ese año ya no falté a ninguna IFLA durante 24 largos años.

 Habilidades informacionales.  Como a los seis o siete años dejé ser intérprete voluntario, porque ya mi trabajo me permitía pagarme los gastos para el viaje transatlántico.   Desde esos años de intérprete, participaba en las sesiones del congreso que me parecían relevantes, entre las que descubrí, en 1995, en Estambul, Turquía, el tema del desarrollo de habilidades informacionales, el cual se volvió mi pasión, porque era lo que requería el sistema bibliotecario que dirigía en esa época.  Aunque antes me hice miembro del Comité de la Sección de Bibliotecas Universitarias, para asumir luego roles directivos en lo que en aquel entonces se llamaba User Education Roundtable, donde asumí todos los cargos posibles, responsable de comunicaciones (Information Officer), Secretario, y Tesorero (que existía en esa época), hasta llegar a ser su presidente, cuando me tocó el proceso a cambio de Sección de Alfabetización Informacional, donde fui su primer presidente.  En ambos comités permanentes desarrollé una intensa actividad, llegando a ser de los comités más productivos dentro de la Federación.  Posteriormente, fui electo, aunque en el primer período fue como miembro “co-opted”, a la Junta de Gobierno de IFLA, y en el segundo periodo, fui parte del comité directivo de la Federación.  Tuve dos intentos fallidos como candidato a la presidencia, donde en una de las ocasiones perdí el proceso por 40 votos.

 Photo by @Daisy_WinRecorrido internacional.  IFLA ha significado muchas cosas, quizá la más importante ha sido el peregrinar por distintas latitudes donde se realiza el congreso.  Durante mis años de intérprete, me convertí el traductor del Pre-Seminario para miembros de países emergentes, que en esa época organizaba UNESCO junto con IFLA, y que se traducía en unos 10 días adicionales de estancia en el extranjero, así pude estar en Suecia, la India, y Moscú, donde me tocó el momento histórico del golpe de estado a Gorbachov, que fue el detonante de la caída de la URSS.  El viaje original para conocer bibliotecas alemanas generó, por ejemplo, que mi colega de ese viaje Marie Francoise Bernabé, me invitara un año más tarde, para hacer otro inolvidable recorrido por distintas partes de Francia para conocer sus bibliotecas, a los cuales siguieron otros, entre ellos uno a Suecia.  Por elección propia, nunca fui parte del Comité Permanente de la Sección de América Latina y El Caribe (LAC), porque deseaba aprender de otras culturas, hasta esta etapa final donde me he incorporado a LAC.  Mi participación en la asociación se convirtió en oportunidades de presentar ponencias, publicar, ofrecer capacitación y tener financiamiento para algunos proyectos de investigación, especialmente los financiados por UNESCO.  Algunas tareas incluyeron tener que trabajar durante los viajes a IFLA, como fue la redacción inicial de las Directrices DHI de IFLA (que más tarde se traducirían a 12 idiomas), las cuales requirieron que me encerrara por una semana en un hotel de Buenos Aires, Argentina, y el Manual de Mercadotecnia DHI, que implicó también casi una semana en un hotel de Florencia, Italia.

 Medalla.  Recibir la presea de IFLA, uno de sus máximos galardones, en su 80º Congreso, con el mensaje: “… reconocimiento a su distinguida contribución a IFLA y a la bibliotecología internacional, particularmente en el avance del desarrollo de habilidades informacionales como un pensamiento crítico…” fue un alto honorEsta presea significa el cierre de un círculo, que incluye un proceso que no siempre fue empedrado, pero que independientemente de eso y las inversiones económicas personales, porque la mayoría de los eventos los cubrí con mis recursos, pero mis ganancias fueron desarrollar habilidades de liderazgo, y recorrer múltiples lugares  de los cinco continentes, siguiendo la sede del  congreso, alojándome en los hoteles más económicos e inventando formas de reducir costos de alimentación, para que me quedara algo de recursos y tomarme unos días de asueto en algún lugar cercano a la ciudad, o país donde se realizara el evento principal.

 Cinco quinquenios.  En resumen, la medalla significa 27 años de trabajo voluntario en IFLA y la asistencia a 25 congresos, ya que he faltado a dos en este poco más de cuarto de siglo.  Me llena de satisfacción haber sido reconocido por mi contribución al desarrollo de las habilidades informacionales”.  La sensación de recibir el reconocimiento de parte de mis colegas en la ceremonia de clausura en el magno anfiteatro del centro de Convenciones de Lyon, Francia, durante el Congreso Mundial de Información y  Bibliotecas es una de mis mayores satisfacciones  Este pedacito de metal significa no la suma de decenas, sino de centenas de colegas de gran parte del mundo con los que he trabajo.  Es un símbolo del recorrido y del disfrute de ser parte de una comunidad mundial, que ha contribuido positivamente a mi profesión, mi cultura, mis conocimientos y mis habilidades a lo largo de todos estos años.

 Photo by @GPSalmeronAgradecimientos.  En este camino recorrido debo agradecer a varias personas, los primeros fueron dos funcionarios de IFLA que me apoyaran en forma temprana, ambos ya fallecidos, el responsable de las actividades profesionales, ya mencionado, Guus van Wesemael, por aceptarme sin mayor preámbulo como intérprete y a Paul Nauta, quien era el Secretario Ejecutivo de IFLA, y quien secretamente pagó mi membresía anual durante los primeros años, algo que descubrí hasta que había partido de este mundo. Igualmente, mi gratitud a Dorothy McGarry quien me motivó, asesoró y me abrió el sendero para que oficialmente participara como representante de la Special Libraries Association, un requisito indispensable para ser miembro de los comités de IFLA a través de todos estos años.  Para los que no conozcan este mecanismo, las asociaciones tienen un número de lugares par a nominar candidatos a los comités permanentes, que va acorde con el monto que pagan en cuotas, en el caso de la SLA, tiene 20 espacios, mientras que mi asociación nacional tiene dos o tres.   También debo agradecer a la colega finlandesa ya jubilada, Oili Kokonnen, que desde la primera reunión que atendí en la Mesa Redonda de Educación de Usuarios me pidió que colaborara con dicho comité.  Otro agradecimiento para Claudia Lux, ex-presidenta de IFLA, quien me nominó por primera vez a la Junta de Gobierno, y a Aziz Abid, quien financió a través de UNESCO los principales proyectos de desarrollo de habilidades informacionales durante mi gestión.  Tengo un agradecimiento también para varios colegas que contribuyeron a mi crecimiento, abriendo puertas y oportunidades en IFLA, y a quienes en forma anónima también agradezco.  Finalmente, agradezco especialmente a mis tres hijos y a su mamá, a quienes invariablemente los dejé en agosto ausentándome cuando iniciaban su año escolar, para asistir al congreso de IFLA; y a las cuatro instituciones y a los equipos de trabajo con los que he colaborado a lo largo de estos 27 años: Instituto Tecnológico de Durango,  ITESM, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, y finalmente la Universidad Veracruzana, donde laboro actualmente.