Santiago, Chile: Invierno en agosto

agosto 6th, 2008 by Jesus Lau

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Santiago de Chile es la capital más austral del continente americano; tiene unos siete millones de habitantes, más de la tercera parte de la población de este espigado país que corre a lo largo del Océano Pacífico.  Llegué a la media noche de un viernes, después de atravesar Latinoamérica en nueve horas, a un aeropuerto cubierto por una pertinaz llovizna, con temperaturas invernales de unos 10 grados, no tan frío como esperaba.  Era un agosto invernal, como sucede en las regiones ubicadas al sur del ecuador.  Un taxi contratado me esperaba para cruzar parte de la ciudad y llegar al centro de esta metrópoli, a un hotel ubicado al costado de la iglesia más antigua de Chile: la de San Francisco, interesante templo de arquitectura modesta en su interior, que mostraba paredes de ladrillos y piedras desnudas, sólo cubiertas por un velo de pintura blanca.

Santiago_chile_002El objetivo de mi viaje fue asistir a la reunión anual del Colegio de las Américas, de la Organización Universitaria Interamericana, donde coordino la Red Interamericana de Bibliotecas (RICBLU).  La institución anfitriona fue la Universidad de Santiago, que otrora fuera una especie de politécnico.  Como parte de la red que coordino, reporté el ofrecimiento de dos cursos del módulo de gestión administrativa, en su tercera versión, así como el lanzamiento en octubre de un nuevo módulo de cuatro materias, que iniciará con uno dedicado a la creación de repositorios digitales.  La reunión fue de dos días, uno dedicado básicamente a la planeación estratégica del COLAM y el otro a cuestiones generales como reportes de actividades y planes para el año siguiente.  La reunión del año anterior fue en Loja, Ecuador y la siguiente será en Guadalajara, así que no tendré que viajar muy lejos.

Santiago_chile_003Llegué con tres días de anticipación al evento, porque el boleto de avión me salía 1,000 dólares más barato y, como coincidía con mis vacaciones, disfruté este lapso para recorrer Santiago.  El primer día, el sábado, tomé un taxi y me subí al cerro de San Cristobal, que tiene una excelente infraestructura de carreteras, caminos, escaleras, tren funicular y un teleférico para ascender a su cima.  Ese día tenía que aprovecharlo para tomar las panorámicas de la ciudad, porque la lluvia de un día anterior había lavado la contaminación, así que no había smog, y además el sol brillaba en todo su fulgor.  Mi guía, Fodor, comentaba que eso no se daba todos los días.  Así que ascendí en taxi hasta la cima, donde hay una iglesia típicamente católica, de esas que se ponen en los cerros para cuidar el pueblo desde las alturas rocosas.  Tenía hambre, así que me compré una empanada grande de harina hojaldrada con queso, un antojo chileno.  Vendían una especie de te de durazno con trigo, el cual no tomé porque ya venía con azúcar.  Tomé muchas fotos, aunque los árboles me impedían tomar panorámicas, así que estuve buscando los mejores miradores.  Luego me regresé en el teleférico, el cual si daba una vista sin obstrucción del gran Santiago.  La cordillera montañosa de los Andes no se miraba, porque la cubría una sábana de neblina.

Santiago_chile_004Después baje al barrio de Bellavista, una colonia bohemia, cuyas casas se han convertido, al menos en algunas de sus calles, en restaurantes, tiendas y bares, y abunda en vendedores de artesanías tipo hippie.  En dicha zona, está la casa de Pablo Neruda, el segundo premio Nobel de Chile, después de Gabriela Mistral.  Su otrora casa está ubicada en una colina, con buena visibilidad de Bellavista.  La arquitectura es un poco remendada, con recovecos, cuartos chicos y bajos, con toques de barco, es decir, ventanas que asemejan a las de un buque y otros detalles marinos,  un estilo que caracterizó todas las casas del escritor.  Su decoración es multifacética, con objetos disímbolos coleccionados en sus viajes, así como regalos de sus amigos, entre ellos dos obras de Diego Rivera, un boceto y una pintura de su última esposa, a quien cariñosamente llamaba Chascona (creo que significa greñuda), nombre que le dio también a la casa.  El recorrido de los distintos cuartos fue con guía, ya que no se puede visitar libremente.  Los más sobresalientes fueron su biblioteca, la cual dicen fue saqueada después del golpe de estado contra Salvador Allende.

Santiago_chile_005Al día siguiente, el clima seguía bueno, el cielo estuvo claro hacia el lado de los Andes, lo que ofrecía una majestuosa vista de estas imponentes montañas, que unidas forman un muralla natural de enormes proporciones, bellamente cubierta de nieve.  Todas se miraban cubiertas de la nívea capa de nieve, así que tomé múltiples fotos de vistas de la ciudad con este fondo de encaje.  Pagué un recorrido por la ciudad en un autobús de doble cubierta, desde donde tomé variadas fotos de Santiago, entre ellas de la Casa de la Moneda, el famoso palacio de gobierno bombardeado por Pinochet donde murió Salvador Allende.  Un evento que marca la historia de este país andino, y el cual es usado en muchas conversaciones para hablar del antes y el después.  Independientemente del precio que pagó la sociedad en este hecho y sus secuelas, la verdad, según mi parecer, Pinochet dejó un Chile ordenado, sobre el cual ahora crece una de las economías más sólidas del continente.  Sus universidades fueron reordenadas y ahora despuntan en calidad y Santiago_chile_006publicaciones, tanto que ya tienen más revistas científicas de calidad ISI que el propio México, a pesar de que nuestro tamaño es cuatro o cinco veces mayor.  En el recorrido pasamos por la Estación Mapocho, una central del tren convertida en centro cultural, a la cual vine hace años a dar una conferencia en la feria del libro.  Esa misma tarde visité el Museo de Arte de Chile, alojado en un palacete neoclásico francés, donde había esculturas permanentes y exposiciones temporales, una de ellas de Oscar Niemeyer, el arquitecto que diseñó la ciudad de Brasilia, así como dos exposiciones de artistas locales, una basada en diapositivas gigantes de la Patagonia y otra de arte-objeto de barro y collages de objetos con motivos chilenos.  Ya con el tiempo encima, visité el Museo de Arte Precolombino, con varias piezas de México y otras culturas Meso-americanas, más las propias de Chile.  En una tarde, ya de trabajo tuve la oportunidad de saludar a mi sobrina Marifer y otra mexicana, quien tenía dos semanas de llegar a Santiago a pasar un semestre en una universidad local.

En conclusión, el viaje fue productivo tanto en el plano profesional, como en el personal, ya que regresé con un buen bagaje de recuerdos gratos de Chile, por su gente y la bella cordillera nevada de Los Andes que rodea parte de esta capital sureña del continente americano.

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