Nueva Orleans – Rivera del Misisipi

junio 15th, 2010 by Jesus Lau

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El río Misisipi bordea la ciudad de Nueva Orleans, su caudal de agua lo hace ser el número uno.  Caminar a la orilla del mismo es ver un puerto pluvial de gran movimiento, con barcos cargueros de todo tipo, que da la impresión de estar frente al mar.  La ciudad, sin embargo, no tiene muy desarrollada urbanísticamente sus riberas, quizá por los históricos derrames.  A diferencia de Paris con el Siena, o Budapest con el Danubio, no tiene grandes atractivos a sus veras, pero navegarlo es una experiencia muy agradable.  Tuve la oportunidad de hacer un paseo de dos horas a bordo de un barco de vapor, que organizó una empresa informativa.  El crucero comenzó a las ocho de la noche, justo cuando caía la tarde, bajo un clima caluroso, refrescado por el aire que generaba la velocidad del barco.  Me subí a la cubierta a tomar fotos, aprovechando la última luz del día.  El centro de la ciudad lucía majestuoso con sus rascacielos, y luces que empezaban a prender.  El recorrido duró una hora de ida, donde pasamos por frente a la ciudad, la mayor parte de edificaciones bajas.  Las dos riberas están bordeadas de árboles y vegetación, pero lucían pequeños por el gran tamaño del río.

new_orleans_03A bordo nos ofrecieron una cena buffet de platillos típicos de Nueva Orleans: Arroz Jambalaya (arroz rojo tipo paella): Pollo Cajun (con un aderezo de varias especies), Ejotes almendrados (con almendra hojaldrada, nada especial), puré de papas, pescado y sopa Gumbo (una especia de sopa espesa de mariscos) o un pudín de pan, tipo capirotada.   Después de la cena, empezó a tocar una banda de jazz en la cubierta, lo que hizo más agradable la enorme vista del lecho acuático del río.  Una de las canciones fue “Unforgettable/Inolvidable” que la cantaba Frank Sinatra.

Un día antes, al inicio del congreso de la Special Libraries Association (SLA), evento al que venía ex profeso, fui a caminar al barrio francés, un área de construcciones de dos plantas de la época en que fue territorio francés y español, con balcones de acero.  Esta zona de la ciudad es su mayor atractivo turístico, está llena de hoteles, bares, boutiques, y atractivos para los visitantes.  La calle de mayor renombre es la peatonal Bourbon Street que tiene un ambiente carnavalesco todas las noches, y realmente se vive en todo el sentido de la palabra, especialmente el fin de semana.  Algunos turistas, y quizá locales, visten en forma estrafalaria.  Esta rúa parece concentrar todos los espectáculos nocturnos, bares, table dances al por mayor, que hasta algunas de sus modelos están a la entrada de los negocios casi en traje de Eva para atraer la clientela.  Es común que los negocios, especialmente los del pecado, regalen collares de colores, aventados por sus modelos desde los balcones, así que hombres y mujeres los portan en su caminar.  Las tiendas de new_orleans_05souvenirs invariablemente venden máscaras, antifaces y disfraces.  Hay muchos lugares para escuchar música de jazz o bailar country, salsa y todos los géneros modernos.  Caminar por la calle Bourbon, la calle del pecado, en fin de semana es andar apretujado, porque se llena de gente de todas las edades, para vivir el momento con libertad.  A la par de la calle mencionada, esta la Royal, una que es todo lo contrario, porque tiene en varias manzanas una alta concentración de galerías privadas, boutiques, tiendas de antigüedades y hoteles de clase.  El resto del Barrio Francés es mixto en lugares de diversión, hoteles y tiendas para turistas.

La ciudad a simple vista no muestra los efectos del huracán Katrina, donde murieron más de 1,500 personas hace unos cuantos años, excepto por huellas de agua en algunas paredes, aunque dicen que el impacto grave estuvo en otros barrios.  Ahora la ciudad y el estado se preparan para la siguiente catástrofe del derrame de petróleo en el Golfo de México, el cual ya se acerca a sus costas, lo cual afectará su famosa producción de ostiones, inclusive algunos restaurantes ya reportan escasez de ellos.

new_orleans_04El congreso de la SLA fue de sábado a miércoles, y tuvo como siempre una gran exposición comercial de la industria informativa, para mi gusto la mejor del mundo, porque concentra principalmente los productos de software, servicios informativos y no tanto libros.  Asistí a una sesión sobre habilidades informativas, la cual estuvo muy buena, y a una sobre IFLA.  El evento fue en el Centro de Convenciones de la ciudad que se encuentra como a un kilómetro del Barrio Francés.  El programa era bastante nutrido, como siempre, con decenas de presentaciones simultáneas y además, con múltiples talleres cortos que se organizan generalmente el sábado.  Como otros congresos de EUA, tuvo una sección de ponencias “Unconference”, presentaciones cortas y menos estructuradas, es decir un programa flexible.  Hubo muchos eventos sociales, ofrecidos por las divisiones, que compiten por organizar la mejor.  El sábado fui a dos simultáneas, el domingo fui a cuatro, más el paseo por el río, todo en un lapso de cinco horas, es decir desde las 19:00 horas hasta media noche.  Lo que se acostumbra es que uno va un rato a cada una, las cuales pueden ofrecer, con frecuencia postres, y las bebidas se venden.  Una que otra ofrece los aperitivos, que pueden incluir quesos y verduras, más las bebidas.  Dos de ellas tuvieron música grabada.  Los proveedores por su parte ofrecen desayunos, generalmente a las siete de la mañana, comidas y cenas para sus clientes.  Por mi parte asistí a dos en restaurantes y en grupos de invitados que no pasaban de 20 personas.

new_orleans_01Mi lugar estaba como a unas siete cuadras y tenía como nombre Hotel Le Cirque, frente a una bonita rotonda con una columna de mármol, donde había una parada del servicio de tranvías eléctricos, que me hizo recordar la famosa obra de teatro, “Un tranvía llamado deseo” cuya trama se desarrolla en Nueva Orleans, que escribió Tennesse Williams, ganando el premio Pulitzer por ese drama en 1948 y que más tarde se convertiría en película protagonizada por el famoso Marlon Brando.  Yo me subía al tranvía la primera vez, la segunda y la tercera vez buscando a Blanche, pero nunca se subió.  El clima estuvo caliente y húmedo, tanto, que la primera vez que salí del hotel quise tomar fotos y el lente se condensó, por lo cual, a partir de ese rato le subí al termostato del aire acondicionado.  Uno de los días cayó un torrencial aguacero, que fue como una especie de chaparrón, donde me mojé a pesar del paraguas.

La última tarde me fui a comer un espagueti, al área de alimentos del centro comercial Riverwalk, junto al centro de convenciones y me senté junto a un ventanal, para ver de despedida las caudalosas aguas del Misisipi, de ribera a ribera, y observar el tránsito de los barcos de gran calado, principalmente cargueros, pensando que esas toneladas cúbicas de agua se contaminarían pronto al llegar a la boca del Golfo de México, con el petróleo que ya se acerca a las costas de Luisiana.  Ya con el recreo visual de ese río hecho famoso por Mark Twain, me fui a mi última reunión, para luego tomar un taxi al aeropuerto que lleva por nombre Louis Armstrong el famoso músico de Jazz.  Los que leen mis mensajes de Twitter, se habrán enterado de otros detalles y visto varias fotos, que ya no describo en este reporte.

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